PRIMERAS PRÁCTICAS CLÍNICAS
Hoy venimos para hablaros sobre nuestras primeras prácticas clínicas, en este caso las mías (Sandra), ya que Cristina al no estar el año pasado en Salamanca no tuvo prácticas en su universidad.
Las prácticas tuvieron la duración de un mes, siendo desde mayo hasta junio. Los destinos eran bastante variados, te podía tocar en el hospital Clínico (cerca de la facultad), en el Virgen Vega, en los Montalvos o en la Residencia Asistida Provincial. En esta última me tocó a mí.
Al principio cuando me dijeron que me tocaba en el geriátrico, me sentí un poco decepcionada y algo desilusionada, ya que al ser las primeras prácticas tenía ganas de ir al hospital. El primer día no fui con grandes expectativas, pero me llevé una gran sorpresa con lo que me encontré, la profesora asociada nos acogió con mucha amabilidad y cariño.
Una residencia asistida no tiene nada que ver con un hospital, en el hospital hay mayor cantidad de trabajo lo que conlleva un mayor estrés, mientras que en la residencia todo es más tranquilo y relajado. Al tener menor cantidad de trabajo nos dejaron hacer realizar más tareas enfermeras que las compañeras que estuvieron en el hospital, ya que todo era más relajado y los cuidados eran más sencillos, todos los días se repetían los mismos cuidados. Algunas tareas fueron tomar las constantes, curas de úlceras, así como su prevención, curación de sondas PEG, vendajes, oxigenoterapia e incluso nos dejaron sacar sangre en alguna ocasión. Además, tuvimos la oportunidad de estar en la farmacia de la residencia donde nos dieron información referente a los fármacos.
En la residencia el trato con el paciente es mucho más cercano, son personas con las que tratas todos los días y que llevan mucho tiempo o van a estar mucho tiempo, por lo que te van a considerar parte de su familia. Muchos pacientes no tienen familiares y para ellos tu eres la única persona cercana y en la que pueden confiar. Los momentos buenos superan a los malos, era muy gratificante llegar por las mañanas entrar en las habitaciones para realizar los cuidados y que los residentes te saludaran, dijeran tu nombre y te preguntaran que tal estabas y como había ido todo. Además, a lo largo del día podías hablar más con ellos, algunos me contaron chistes, otros cantaban y hacían que el tiempo fuese más ameno.
En conclusión, han sido una experiencia inolvidable, que sin ninguna duda me han marcado personalmente. Esperamos que os haya servido como modelo para saber cómo son las prácticas clínicas.
Hasta la próxima, Cristina y Sandra.
Yo he trabajado varios años en una residencia y la verdad que al principio se hace duro, pero poco a poco te adaptas! En esta carrera hay que ver de todo, espero que os vaya todo muy bien chicas
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